Aunado al impacto visual que producen las paredes, las luces tienen el poder de crear ambientes, realzar la decoración y, al mismo tiempo, permitir la visibilidad del entorno. En lo que respecta a la luz natural, ¡aprovéchala! Sin omitir las cortinas, infaltables para moderar su entrada. Estas pueden ser tipo blackout, dada a su indiscutible utilidad a la hora de la siesta.
No obstante, la iluminación artificial tiene que ser una mezcla entre luminaria directa, incorporada en el techo, y una indirecta, distribuida en las paredes o muy cerca de la cuna. A su vez, es recomendable usar luz auxiliar, lámparas graduales, bombillas LED, de bajo consumo, y luces suaves. ¡Olvida, por ahora, la lámpara de pie, porque estaría tentada a un accidente cuando el pequeñín descubra el gateo!