– Ahora sí, ¡a pintar! La pintura y los acabados hacen “su aparición”, tras los trabajos que son un tanto rústicos o estructurales. Este es el encuentro con la imagen de tu vivienda, sus nuevos aires los podrás ver con más simpatía en los tonos de sus paredes y en las nuevas baldosas de sus suelos.
– ¡Que entren los muebleees! La última etapa es la más anhelada, la de la decoración y colocación de todo el mobiliario, armarios, rodapiés y equipamiento completo del hogar. ¡Aquí ya comienzas a sentir esas maripositas en el estómago!
¡No te sientas nervioso! No nos referimos al amor de tu vida –eso aún no lo sabemos–, sino al lugar donde compartes importantes momentos, hecho a tu gusto y en pro de tu bienestar y el de tu familia. Este es, sin lugar a dudas, el punto más emotivo de una reforma integral, en el que sabes que el estrés valió la pena y sentirás renovación, incluso en tu interior.